Las letras Sabias de Cande

Hola!

Este blog tiene como finalidad servir de herramienta para quienes estudien la asignatura de lengua española, profundicen en comentarios literarios o estudien la lengua latina.

Estaré encantada de ayudarte en los comentarios literarios que necesites o de aclararte cuantas dudas te surjan en lengua castellana o latín.

Deja tus sugerencias, dudas o peticiones en los comentarios.

Gracias.

Mi infancia

Nací en una isla, en la isla canaria de La Palma. Allí me criaron y me crié porque por aquellos tiempos, uno no tenía más remedio que ayudar a criarse. Salí de mi pueblo para nacer y en un puñado de ocasiones más, antes de irme a emprender estudios universitarios, así que con certeza puedo decir que San Andrés y Sauces y en concreto La Quinta Zoca, fue casi el único escenario de mis primeros años de vida.

Estas circunstancias, el haber nacido en una isla, y muy especialmente en La Palma, salir en contadas ocasiones de mi pueblo, y haber ayudado a criarme, determinaron mi forma de ser, algo introvertida, con ansias de emprender el vuelo, constante y luchadora. Bueno, quizás esta última cualidad la heredé de mi madre, Dolis, mujer incansable a la que nunca he visto desfallecer a pesar de las difíciles momentos que la vida le tenía preparados.

Las veredas, el mar, el barranco, las huertas y los caminos de tierra fueron el escenario perfecto para que mis hermanos, mis primas, primos y yo representásemos las primeras escenas de juegos infantiles.

Nada se nos resistía porque conocíamos el escenario como la palma de nuestra mano. Alicia y yo teníamos localizado aquel guayabo y siempre dábamos buena cuenta de sus frutos; Luisito, Manolito y Santiago aferrados a sus guitarras que no paraban de sonar en todo el día, mi hermana Evi y Sandra, siempre entretenidas en qué se yo, silenciosas, a su aire y Evi la de Hortensia en un bando u otro según soplara el viento esa tarde. Nieves, Carmen, Elena y Ana nos llevaban unos años por lo que ya andaban con otros pensamientos y en otras vueltas…ya saben a lo que me refiero y rara vez se unían a nuestros juegos.

Durante la alcaldía de don Antonio, los vecinos se unieron, ampliaron el camino y le pusieron una capa de cemento y unos años más tarde, las farolas del pueblo se encendieron. Fue entonces cuando el barrio fue nuestro de verdad. Nos convertimos en los reyes de la pista de La Quinta Zoca. Lo teníamos todo, una pelota desinflada, un lazo que de seguro se usó para atar alguna cabra y que nos servía de comba, un elástico con el que saltar de aquí para allá, trompos, boliches, bellotas de plátanos, sombrillas y flores que crecíann a las orillas del barranco. Nada de radio cassette, bicicletas ni patines eran todo un lujo y llegaron al barrio mucho más tarde.

El mar, el sonido del mar agitado, rompiendo con fuerza en Punta Cumplida, me acompañó siempre donde quiera que me encontrara. En aquellos primeros días en La Laguna más de una vez medio dormida, medio despierta muchas veces traté de escucharlo. El mar y mi Varadero, donde tantas mareas me esperaron a la llegada del verano. Un Varadero que fue la salvación de muchos de los vecinos del pueblo y también de mi familia. Gracias a él nunca nos faltaron burgados, lapas y erizos cuya tarea era de las mujeres, los pulpos y los cangrejos de los que se encargaba mi padre Pedro, que conoce muy bien cada una de las cuevas y las morenas y las hacas que eran tarea de mi abuelo.

Recuerdo llegar al Varadero por la vereda de tierra. Es una lástima que no se intente rehabilitar este y otros caminos que hoy en día casi han desaparecido, aunque solo sea para que las nuevas generaciones comprendan mejor la historia de nuestro pueblo y lo que el Varadero supuso para los sauceros y en especial para los vecinos de la costa.

Fui alumna de una de esas escuelas que se sembraron en los barrios del pueblo para combatir el alto analfabetismo que por aquel entonces había. La escuela de El Cardal, esperó por mí antes de cerrar las puertas, un año antes de que se abrieran las del nuevo colegio de Los Salones. Allí cursé mi primer año de primaria. Un recuerdo imborrable a pesar de que por aquel entonces tenía seis años.

En el segundo pupitre de la fila de la izquierda de la tres que había, pasé el curso sentada junto a Nieves Luz, yo cursando primero y ella segundo. Con la mejor compañera de pupitre que pude tener inicié mis estudios. Pronto supe que los libros formarían una parte importante de mi vida porque disfrutaba cada día escuchando a don Manolo, mi primer maestro.

Por aquel entonces continuaba colgada en la pared la foto de El Generalísimo a pesar de que ya en muchas instituciones lucía la fotografía de Los Reyes. Yo creo que nadie se atrevía a descolgarla.

Muchas son las anécdotas que recuerdo de mi primer año escolar, el campo de fútbol al que los chicos dieron forma en una huerta que se encontraba al final de la pista, los recreos saltando las huertas, el retraso diario de los chicos y chicas de El Melonar que siempre estaban cogiendo briñuelos

y ranas en algún tanque, los partidos de futbol, la limpieza de los baños como castigo, los reglazos que otros siempre se llevaban (recuerdo a Zoilo regla en mano pasearse por los pasillos en busca del primero que hablara para darle su merecido) y recuerdo a Santi y Luisito, mis cuidadores en la ida y en la vuelta a los que mi madre inocentemente me había encomendado porqu iban más pendientes de los lagartos que de mí. Íbamos a El Cardal por la orilla de la carretera o por el medio, en aquellos años esto casi no importaba.

La celebración de mi Comunión, con un bizcochón y poco más, como tiene ser. Bastante suerte tuve de estrenar traje por ser la mayor.

La Llegada de los Reyes Magos siempre con el regalo más útil. En la casa de mi madrina, tía Elda y en la casa de la madrina de mi hermana, tía Nieves, los Reyes hacían parada obligatoria y dejaban a nuestros nombres unas lindas muñecas con las que toda niña sueña.

Tuve la suerte de conocer a mis bisabuelas, María a la que apodaban Pastora y María también, a la llamaban Jurona. Las dos fueron mujeres luchadoras y comprometidas a las que las desgracias de la vida, esas que te esperan de improviso, la prematura viudedad, las obligaron a remangarse las enaguas y buscarse la vida.

Mis abuelas fueron mis segundas madres. Mi abuela Maruca que nos calmó mucha hambre a mis hermanos y a mí, se encargaba de cosernos junto con tía Anuncia y tía Julia muchos de los vestidos que lucí en la fiesta de septiembre.

Mi abuela materna, Carmen, no solo se encargó de calmar el hambre, sino muchas de nuestras penas porque siempre estaba dispuesta a escucharnos. Su casa siempre olía a quesos de almendra al llegar La Navidad (y a las raspas calentitas que quedaban pegadas al caldero), a frangollo, natillas y queso fresco. La casa de mis abuelos maternos que se encontraba en la planta baja, a solo quince escalones de distancia de la de mis padres, siempre fue ese refugio donde encontrar tranquilidad para estudiar.

Cada vez que subíamos mis hermanos o yo a la plaza con mi abuela, siempre había alguna tela cisnada para recoger en casa de doña Emiliana, que mi madre como muchas de las mujeres de entonces bordaban con magistral belleza; algún zapato en don “Virialdo” para recoger o algo que comprar en la tienda de Armando.

Cuando todos los recados ya estaban hechos, ir a la librería de Pepita o de Valentín en busca de un nuevo cuento era obligatorio para mi abuela. Ella sabía muy bien que la mejor inversión estaba en una en aquellas librerías que tanto bien han aportado a nuestro pueblo. Y en último lugar la dulcería de Tona, antes de emprender la bajada por La Calzada.

Recuerdo ir poco a Santa Cruz de La Palma, por eso cada viaje se convertía en toda una aventura. La ciudad estaba tan lejos que solo se acudía a la capital por salud si don Luis o don Santiago así te lo recomendaban o en vísperas de las fiestas del pueblo para comprarte unos zapatos si no encontrabas el adecuado en la peletería de Ardenio y doña Isabel.

Estoy convencida de que la regla de las tres erres fue inventada allá por los años setenta, en nuestro pueblo pues de siempre recuerdo reutilizar algunos zapatos o vestidos, reciclar los envases de vidrio que llevabas a la venta de Silvestre para que te vendiera el envase lleno o reutilizar la talega del pan.

Espero que mis recuerdos sirvan para sacar una sonrisa a alguien bien sea porque pasaron también por los mismos escenarios que yo o porque han recordado la película que también ellos protagonizaron. Es lo único que pretendo.

El poder del corazón

Los seres humanos tratamos en todo momento de encontrar una explicación razonada a todo cuanto nos sucede, incluso, a las casualidades, en especial si un cúmulo de éstas acaba afectando a nuestra vida. No sé, si mi capricho y obstinado destino llevaba tiempo tramándolo todo, pero sí sé, que me esperó aquella mañana en el aeropuerto y no cesó en su empeño hasta asegurarse de que me fueran sucediendo un puñado de dulces casualidades que tenía preparadas para mí.

Quizás todo lo que me ha ocurrido solo sean simples coincidencias, emocionantes y alegres  coincidencias que un buen día se colaron sin previo aviso en el camino de mi vida y se empeñaron en abrir mágicamente la puerta de mi corazón, obligándome a hacer un alto en el camino, recordándome que soy una privilegiada a pesar de que ande todo el día entre quejas y lamentos, enseñándome que una simple sonrisa, un tierno gesto y unas dulces y consoladoras palabras tienen la capacidad de aliviar el sufrimiento y que paradójicamente, son gratis. Solo tenemos que asegurarnos de que debemos hablar con la voz que emana directamente del corazón para que se produzca la magia.

Confieso que en numerosas ocasiones he cometido el error de mirar para otro lado cuando siento que alguna situación puede trastocar mi cómoda y organizada vida. Muchas han sido las veces que me dije a mí misma cuando escuchaba que alguna embarcación procedente de la costa de África había llegado a Canarias, que este problema no iba conmigo, que eran otros quienes debían solucionarlo y pasaba página rápidamente. Pero hace unos días, como un bofetón que de vez en cuando te da la vida para que despiertes y actúes, esta trágica realidad de la inmigración esperó por mí junto a la puerta de embarque del aeropuerto.

La noche del jueves veintiuno de diciembre, con la primera de las coincidencias, comenzó a escribirse este mágico cuento de Navidad en el que la protagonista es una bonita amistad que no atiende a la razón sino al corazón.

A las ocho de la noche finalizaba mi jornada de trabajo con el cansancio acumulado de la semana, pensando en todo lo que tenía que organizar antes de irme a la cama porque al día siguiente, debía estar en el aeropuerto para tomar el primer vuelo con destino a Tenerife. Me hubiera venido mejor volar algo más tarde, pero no era posible porque las plazas estaban agotadas.

Aunque ya me había hecho a la idea de que me esperaba un buen madrugón, al llegar a mi casa quise comprobar una vez más si se había producido alguna cancelación de última hora. Entré en la página de la compañía y rellené mis datos. Origen, Lanzarote, destino, Tenerife Norte…Esperé unos segundos y … ¡No podía creerlo! Había quedado una plaza libre en el vuelo de la once y veinte. Así que, sin perder tiempo, me dispuse a efectuar el cambio.

̶ ̶ Su cambio de vuelo ha sido realizado ̶ ̶ dijo amablemente la joven que me atendió al otro lado del teléfono.

Después de pasar el control, me acomodé en una de las sillas para esperar el embarque mientras me entretenía con mi teléfono móvil. Tan absorta estaba en él que no me percaté de que un grupo de chicos de origen magrebí y subsahariano había formado fila india a mi lado. Me sorprendí al verlos, pero pronto comprendí que se trataba de un grupo de migrantes que iba a ser trasladado a uno de los dos dispositivos que hay en Tenerife.

Y comencé a mirarlos, disimuladamente primero y con descaro después. Me llamó la atención que, aunque todos eran mayores de edad, solo parecían niños asustados. No hablaron entre ellos, tampoco los vi esbozar siquiera una sonrisa como lo hubiera hecho cualquier joven de su edad, solo vi en sus caras una profunda tristeza y un cruel y escalofriante miedo. Vestían igual, chaquetón azul, pantalón de deporte negro y zapatillas negras. Imposible pasar desapercibidos.

Mientras los observaba pensé en todo lo que tuvieron que sufrir hasta llegar a Lanzarote, en el cruel desierto, en el traicionero mar al que tuvieron que hacer frente sentados en el cayuco mientras intentaban divisar en el horizonte las luces que les salvarían la vida, en el hambre y en el frío, en los rezos de sus familias, en las despiadadas mafias.

Pensé en los compañeros que no habrían podido soportar la dura travesía y en el camino de obstáculos que aún debían sortear hasta adaptarse a la vida en España, hasta que el maldito sistema del primer mundo decida acogerlos y aceptarlos.

̶ ̶ ¡Qué valientes! ̶ ̶ pensé ̶ ̶ y los miré y los miré y no pude evitar sentir lástima por ellos mientras escuchaba comentarios desafortunados que no merece la pena reproducir.

Pasados unos minutos, el vuelo 417 de la compañía Binter, efectuó su embarque a la hora prevista. Todos los pasajeros comenzamos a acceder al avión. Yo tenía asignado el asiento 15 D y como había transcurrido un tiempo y nadie se sentaba a mi lado, comencé a pensar que aquella plaza quedaría libre.

̶ ̶ Excuse me madame  ̶ ̶ dijo pidiéndome permiso un joven para acceder al asiento junto a la ventanilla.

Sí, mi compañero era uno de aquellos jóvenes que tanto miré minutos antes. Un chico subsahariano de unos treinta años, alto, delgado, de manos grandes, ojos rasgados y una pequeña barba.

El destino había intervenido de nuevo para que la segunda de las coincidencias se produjera, pero esta vez, mi maldita prudencia, esa que desde pequeña me enseñaron a tener con esas tonterías que siempre me dijeron que cada uno se solucione sus problemas y que no se puede ayudar a todos, me obligaron a encerrarme en mi mundo y a continuar con la lectura, aunque mi deseo fuese hablar con él. Confieso que lo intenté, intenté actuar tal y como me enseñaron, pero mi corazón me empujaba una y otra vez para que me atreviese a preguntarle su nombre, su país de origen, incluso se me pasó por la cabeza darle mi número de teléfono por si alguna vez necesitaba mi ayuda.

Sabía que el momento era ahora porque una vez abandonásemos las instalaciones del aeropuerto le perdería la pista para siempre y sería imposible contactar con él.
Pero tristemente, la razón terminó ganando al corazón. Al bajar del avión seguí sus pasos con mi mirada y lamentablemente lo dejé ir.

En ese mismo momento comprendí que nunca más volvería a ver a aquel joven y una angustia constante comenzó a culpabilizarme porque estaba segura de que necesitaría mi mano para poder continuar su viaje.

Mi culpabilidad me acusaba preguntándome cómo pude dejarlo marchar sin darle mi número de teléfono, cómo no me atreví siquiera a preguntarle su nombre.

Aquellos días fueron tristes para mí. Sí, lo sé. Seguro que tú también te estás preguntando cómo podía echar de menos a una persona que no conocía. Lo siento, no puedo responderte. Ni yo misma lo sé. Lo que sí sé, es que mis sentimientos eran reales.

Ni el transcurso de los días pudieron borrar de mi pensamiento aquella triste imagen que había presenciado. A esta sociedad, la nuestra, la que se enorgullece de llamarse occidental y desarrollada, aún le queda mucha hipocresía por enterrar.

Aquella fila, era la de la discriminación y la de la vergüenza, eso sí, enmascarada bajo las buenas palabras, bajo la excusa del protocolo y de la ropa limpia, la fila de la marginalidad
aceptada por todos.

La tarde del veintinueve de diciembre, decidí que no podía seguir de brazos cruzados y con total determinación comencé la difícil tarea de buscar a aquel joven que había balanceado mi vida de confort.

Sabía que era una tarea difícil porque ya habían pasado siete días desde aquel vuelo, porque había aproximadamente dos mil migrantes entre los dispositivos de Las Raíces y Las Canteras y porque los traslados a la península se producían con gran rapidez.

Además, no podía buscarlo personalmente en Tenerife porque ya estaba de regreso a Lanzarote.

̶ ̶ Será difícil encontrarlo, me repetía una y otra vez. Apenas sé nada de él ¿Qué podía hacer? ¿Quién podría ayudarme?

Los pocos datos de que disponía eran muy comunes, pero tenía que intentarlo, por él y egoístamente por mí.

Poco podía averiguar desde Lanzarote, pero aún así consulté a miembros de la Cruz Roja y hablé con responsables de los dos centros de migrantes. No necesité explicaciones, sus caras de asombro me lo decían todo.

Además de su físico, sabía de él que hablaba inglés porque cuando estábamos a punto de llegar a nuestro destino, cruzamos unas palabras.

Había perdido su comprobante de vuelo y aunque le dije varias veces que era un documento que carecía de importancia continuó buscándolo con desesperación hasta encontrarlo. Entendí, que cuando estás en situación de vulnerabilidad, cualquier documento por simple que sea, te
parece importante.

Al día siguiente, me pareció buena idea anotar cada detalle que recordaba, cada curiosidad. Tenía más deseos que pruebas, pero con los pocos datos de que disponía, pedí ayuda a todas las personas que pudieran echarme una mano, en especial a las asociaciones de migrantes y a los voluntarios que se acercan a diario hasta los
campamentos. También envié mensajes a través de las diferentes redes sociales esperando que alguien me respondiera.

Muchos contestaron. Todos fueron muy amables, pero todas las respuestas me desilusionaron. Sentí que poco o nada les importaba mi preocupación. Incluso aquellos que presumen de abanderados en los medios de comunicación se limitaron a darme una disculpa que sonaba a mentira.

̶ ̶ Imposible, es como buscar una aguja en un pajar.
̶ ̶ Te deseo mucha suerte y te felicito por tu bonita iniciativa.
̶ ̶ Lo siento, pero no es posible, sin nombre o fotografía es muy difícil.

Me sentía muy triste porque nadie mostró interés alguno por ayudarme, nadie comprendió mis sentimientos. Probablemente muchos se preguntarían quién en su sano juicio deseaba ayudar a un migrante por el simple hecho de haber coincidido con él en un avión. Éste sería el pensamiento lógico de quienes presumimos de llamarnos humanos.

Quizás, solo quizás, pudieron haberme respondido que preguntarían a los chicos que salen a diario del dispositivo si conocían a algún compañero que hubiese llegado el día veintidós de diciembre o simplemente que lo intentarían, pero todos optaron por la respuesta fácil.

Dos días después no recibía ninguna noticia esperanzadora, así que a pesar de que deseaba con todas mis fuerzas encontrar a aquel muchacho, comencé a darlo todo por perdido. Disculpé a mi culpabilidad ocultándola bajo mi resignación y le deseé de todo corazón que algún día pudiese alcanzar por el camino del bien todos los sueños que vino persiguiendo. Intentaba con mis buenos deseos colocar sobre mis sentimientos y mis pensamientos, un escudo protector que me liberara de toda culpa.

Pero mi dulce destino, que me observaba de cerca, volvió a usar la magia para mí y comenzó a organizar secretamente la tercera de las coincidencias.

̶ ̶ Sé quién puede ayudarte. ̶ ̶ Me escribió mi tía Luisa alegremente.
̶ ̶ ¿Quién? ̶ ̶ Le pregunté incrédula pues ya había perdido toda esperanza.
̶ ̶ La pareja de Julieta trabaja en el dispositivo de Las Raices. Es un buen chico, si le pides que te ayude, lo hará. ¿Quieres que le pregunte si puede echarte una mano?
̶ ̶ ¡Claro que sí! ̶ ̶ le respondí ̶ ̶ Cómo iba a responder que no. Ésta era la única y última esperanza que tenía.

Así que después de darle a mi tía los datos que me parecían de mayor interés, esperé pacientemente que se produjera el milagro.

Esperanza, incredulidad y nervios se mezclaron en un primer momento en mis pensamientos.
Afortunadamente las buenas noticias se sucedieron muy rápidamente. No hubo tiempo
para desilusiones.

Por fin alguien creía en mí y estaba haciendo todo lo posible por ayudarme.
̶ ̶ Estamos accediendo a la lista de trasladados del día veintidós.
̶ ̶ Hemos localizado el módulo donde fueron alojados.
̶ ̶ El chico está localizado, se llama Ibrahim. Tiene tu número de teléfono.
Ibrahím, ¡Qué nombre tan bonito! ̶ ̶ pensé ̶ ̶ y no pude evitar que en ese mismo instante se me escaparan un puñado de lágrimas que mi corazón llevaba reteniendo varios días. Alegres lágrimas, felices y desahogadas lágrimas. Cuando los dulces sueños acarician nuestro corazón y se produce la magia, éstos se transforman en realidad.

Entonces, solo entonces, los colores de la felicidad son capaces de brillar incluso en un puñado de lágrimas.
Aquella misma tarde del día dos de enero, recibí la llamada que tanto había deseado.
̶ ̶ Hola, señora, soy Ibrahim. Así sonaron sus primeras palabras en un perfecto inglés en el que me perdí apenas unos segundos después de empezar a hablarme. Solo acerté a decirle que mejor nos comunicásemos por escrito porque mi torpeza con el idioma solo me permitía defenderme con la escritura.

Tras sus primeras palabras, su fotografía. Sus ojos grandes y almendrados solo me hablaron de tristeza. La seriedad de su rostro parecía obligar a sus labios delineados a silenciar tanto sufrimiento vivido. La perfección de sus facciones no podía ocultar tanta pena.

̶ ̶ ¡Qué guapo es mi niño! ̶ ̶ pensé.

Confieso que en un primer momento sus silencios prolongados tras mis preguntas, me hicieron dudar de él. A punto estuve de bloquear su número cuando le pedí la prueba definitiva que alejaría de mí todo atisbo de duda, una foto de su comprobante de vuelo, del mismo que días antes yo resté importancia. Estaba
completamente segura de que él aún lo conservaría.

Nunca me alegró tanto ver un resguardo de avión usado. Efectivamente correspondía al vuelo 417 del día 22 de diciembre, asiento 15 F.

De corazón le pedí perdón.
Desde aquella tarde de enero hablamos casi a diario y nuestra amistad se ha ido afianzando día a día.

Sé que aún es pronto para que asuma todo el sufrimiento que ha vivido, por eso no quiero atacarlo con preguntas dañinas y voy aceptando lo que poco a poco me va contando. Lo escucho, lo aconsejo y lo animo.

Aunque sus padres son naturales de Mali, Ibrahim nació en Sampa, ciudad de Ghana fronteriza con Costa de Marfil. Tiene treinta años y es el menor de ocho hermanos. En Sampa se crio y fue a la escuela. Domina varias lenguas y dialectos, el árabe, francés, inglés, hausa, asante y gao y ya está aprendiendo español.
Un día me contó que ésta no era la primera vez que lo intentaba. Hace unos años llegó a Libia con la esperanza de cruzar el Mediterráneo. Allí permaneció seis años esperando una oportunidad que no llegaba.

Una noche, mientras dormía en uno de los campamentos asignados para los refugiados, fueron asaltados por milicias afines al gobierno. Además de robarles lo poco que tenían, los hombres fueron golpeados y azotados con tubos de goma, mientras las mujeres fueron abusadas en presencia incluso de sus maridos y hermanos.
Sin fuerzas para continuar, emprende el camino de regreso a su casa. A la debilidad de su cuerpo se sumó la tristeza de su alma. Fue muy duro emprender el regreso con las manos vacías, pero el consuelo y comprensión de su familia sosegaría su tristeza.

Hace dos años, la fatalidad hizo que su padre enfermara y falleciera. Creo que ese fue el detonante definitivo que le obligó a intentarlo de nuevo.
Constantemente menciona a su familia como si éste fuera el único motor que le impulsa.
Con el dinero que consiguió reunir y con todos los ahorros de su hermano mayor, antes de que amaneciera, para evitar así la dura despedida, emprende de nuevo el camino hacia la libertad junto con su amigo Adom, al que siempre llama hermano. En Marruecos, permanece seis meses esperando su oportunidad que se presentó
de imprevisto la madrugada del quince de diciembre. Dos días más tarde, tras una dura travesía, la embarcación en la que viajaba llega por sus propios medios a la costa de Lanzarote.
̶ ̶ Por favor Ibrahim, habla con tus amigos para que no arriesguen su vida. Muchos mueren en el mar.
̶ ̶ Fue muy duro, estuvimos dos días en el mar, pero a veces, alguien tiene que arriesgar su vida para salvar a los suyos. Un día te lo contaré todo porque ya eres de mi familia.

Días más tarde, el cayuco en el que viajaba su amigo Adom, también consigue llegar a Tenerife y ambos amigos se reencuentran en el campamento de las Raíces.
Después de permanecer un mes en Tenerife, Ibrahim, acepta el traslado voluntario a la península.
El veinte de enero llega a Almería donde pensaba quedarse y pedir asilo político, pero su familia en Ghana le comunica que un primo lejano de su padre vive en Barcelona y ha prometido ayudarle.

̶ ̶ Tiene la misma sangre que mi padre, es mi hermano. Él me ayudará, me ha dado su palabra.

Si todos entendiésemos que nuestra palabra por sí misma debería ser un compromiso incondicional e inquebrantable, que cumplir con ella nos dignifica y nos enriquece ante nuestros ojos y ante los demás, nuestra vida sería muy diferente.
Desgraciadamente, en el mundo occidental hace tiempo que no solo éste, sino muchos otros valores se nos han escapado por la puerta de atrás sin darnos cuenta, ocultos en un sinfín de escusas absurdas. No sé bien en qué momento, alguien decidió que debíamos dejar constancia de todo, firmado, sellado y testimoniado. La confianza es hoy más desconfiada que nunca.

Gracias a la buena labor de la Cruz Roja, que le paga el billete de autobús de Almería a Barcelona, Ibrahim consigue reunirse con su familiar.

Él ha encontrado la protección de un hogar, pero muchos están obligados a vivir en condiciones precarias porque esta burocracia absurda les obliga a esperar tres años hasta poder solicitar su documentación.

Puedo entender que nuestro sistema esté colapsado.

España y sobre todo Canarias, con la limitación de su territorio y de sus recursos, no puede asumir la llegada masiva de migrantes. Pero, ¿qué esperaba el hombre blanco? ¿Expoliar el continente africano y que sus habitantes permanecieran impasibles siglo tras siglo?

Estamos pagando las consecuencias de tanta
usurpación que han tenido que soportar desde que los europeos se adueñaran de sus vidas, anularan sus costumbres, sus lenguas, sus creencias y delimitaran las fronteras en su propio beneficio.
Quizás, si los dejásemos en paz, si dejásemos de explotar sus minas y sus caladeros y no los asfixiásemos con tanta deuda externa, África no lloraría por la pérdida de tantos jóvenes que tienen que abandonar su pueblo en busca de una vida digna.

Ibrahím me dice constantemente que Europa le ha cambiado, que ya no es el mismo chico que salió de su pueblo, que sus deseos son otros. Realmente yo no creo que sea Europa quien le ha cambiado, sino todas las piedras con las que se ha ido tropezando en cada esquina del camino.

Afortunadamente, ninguna de ellas ha podido anular el optimismo con el que afronta su futuro. Refugiado en su religión musulmana y sus rezos, confía plenamente en que a partir de ahora, todo cambiará.
̶ ̶ ¡Insha’Allah, mommy! Rezo por ti y por tu familia. Este es el mejor de sus deseos que cada vez que hablamos me dedica.
Un día le pedí que tirara a la basura aquel abrigo azul de la vergüenza, en el que, aunque no lleve ningún escrito visible, puede leerse desde muy lejos una insensata advertencia, ¡cuidado, migrante ilegal!
Antes de que me lo preguntes te responderé. Sí, le he enviado dinero, si por dinero entiendes comprarle unos zapatos y recargar su móvil.

Bajo ninguna circunstancia debemos dejar pasar la oportunidad que se nos presenta, el momento es ahora, este ahora no volverá nunca. Si no lo aprovechamos pasará para siempre. No siempre el destino está dispuesto a esforzarse tanto.

Aprendamos a vivir como seres humanos.
“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos
aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”.

Martín Luther King.

Gracias a todos los que hicieron posible que todas estas felices coincidencias fueran sucediendo.

Gracias Paco, estaré eternamente agradecida contigo.

Gracias Ibrahim por enseñarme tanto, a cambio de tan poco.

BOKU XOL

Desgraciadamente casi a diario escuchamos la noticia de que alguna patera ha llegado a las costas de Canarias, tan a diario que ya le prestamos poca atención. En Lanzarote la noticia ha dejado de ser noticia.

Pero hace unos días esta desgraciada realidad se cruzó en mi camino y ha tocado profundamente mi corazón. Unos veinte jóvenes que habían llegado a las costas de lanzarote en cayuco, estaban siendo trasladados a Tenerife Norte en avión y allí estaba yo en ese mismo vuelo.

Desde ese día no puedo olvidar aquellos chicos, que mayores de edad pero con cara de niños asustados formaban fila india esperando su turno de embarque. No vi una sonrisa en ninguno como cualquier joven de su edad, no hablaron entre ellos y obedecieron en todo momento a la chica que les acompañaba como corderitos asustados. Todos vestidos igual, chaquetón azul, pantalón de chándal negro y zapatillas negras, imposible pasar desapercibidos.

Y pensé en ellos, en lo difícil que tuvo que ser llegar hasta Lanzarote, en los días de mar sentados en el cayuco sin poder moverse, pasando frío y hambre, en el difícil camino que les esperaba a partir de ahora, en lo valientes que fueron y los miré y los miré. Sentí mucha lástima por ellos mientras escuchaba comentarios desafortunados a mi alrededor que no merece la pena reproducir.

El vuelo en el que fueron trasladados fue el 417 del pasado 22 de diciembre de Lanzarote a Tenerife Norte. Vuelo regular de binter de las 11:20. Yo ocupé el asiento 15 D y a mi lado en el asiento 15F,  un chico subsahariano que con un «excuse me madam» me pidió permiso para que le diera paso y poder ocupar su asiento.


Desgraciadamente mi cobardía, mi vida de confort, mi timidez o yo qué sé, frenaron mis ganas de entablar una conversación con él, de preguntarle su nombre, de saber cómo se encontraba, de qué país era o incluso de darle mi número de teléfono y de ayudarlo en lo que estuviera en mi mano.

Ahora, días más tarde estoy muy arrepentida de no haberlo hecho porque sé que pude haberle echado una mano en el difícil camino que le esperaba.

Aunque solo han pasado siete días ya es tarde, es muy difícil encontrarlo en un centro en el que hay casi 2000 migrantes, aunque lo estoy intentando. La única manera sería conocer el nombre de los chicos que ese día fueron trasladados y nadie me va a facilitar ese dato porque es confidencial.
Solo sé de él que es subsahariano, tiene entre 25 y 30 años, es alto, delgado, ojos y manos grandes, lleva una pequeña barba,  y vestía como todos con abrigo azul, chándal negro y zapatillas negras.
De lo poco que he averiguado, sé que estuvo en «el Cate» de Arrecife que está custodiado por la policía Nacional antes de ser trasladado.

Un miembro de la asociación «aqui estamos migrando»con el que me he puesto en contacto, me dijo que podría ser de Gambia porque lo poco que me habló lo hizo en inglés.

Yo hablé con él porque buscaba con desesperación el comprobante del vuelo y  le dije que no se preocupara, que no era importante, aunque finalmente pudo encontrarlo. Entendí que cuando estás en situación de vulnerabilidad cualquier documento te parece importante.

Ahora estoy muy arrepentida de no haberle dado mi número de teléfono.

Han pasado ya siete días desde ese viaje y sé que se encuentra en uno de los dos dispositivos de migrantes que hay en Tenerife, Las Raíces o Las Canteras, (probablemente en Las Raices). He enviado correos a Accem, he escrito a través de Facebook o instagram a diferentes asociaciones y he hablado con voluntarios, pero todos me dicen lo mismo: » es como buscar una aguja en un pajar».
Lo sé, pero como la esperanza es lo último que se pierde pues aquí estoy escribiendo este artículo para que se sume a los diferentes mensajes que ya he enviado.

Nunca he pedido que se difunda alguno de mis artículos pero éste es distinto. Me gustaría que éste llegara al mayor número de lectores, especialmente a asociaciones de Tenerife o a migrantes que ahora mismo estén en Tenerife.


Sería enormemente feliz si alguien pudiera ayudarme a encontrar a este joven subsahariano que sentado a mi lado ocupó el asiento 15F del vuelo 417 de binter de Lanzarote a Tenerife Norte el día 22 de diciembre de 2023. Sé que él conserva el comprobante de vuelo y también sé que me recuerda.

Si alguien que lea este artículo puede ayudarme puede escribirme a mi correo
candetoledodav@gmail.com

Aunque es muy difícil seguiré buscándolo y ojalá volvamos a compartir los asientos 15 D y 15 F pero esta vez como dos amigos.


» BOKU XOL» ( expresión africana que podría traducirse  «todos juntos en un solo corazón»).

«Hemos aprendido a volar como los pajaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos»  Martín Luther King. 

Mis queridos maestros

 

Si con el paso de los años no has olvidado a tus maestros y maestras de primaria, seguro es porque dejaron en ti una huella imborrable grabada no solo en la mente, sino también en el corazón.

Me siento agradecida con todos los que me acompañaron en mis diferentes etapas de aprendizaje, pero recuerdo con mucho cariño y admiración a quienes supieron despertar en la niña que era entonces la curiosidad por aprender. Ellos, junto con mi tía Luisa, que por aquel entonces ya se encontraba estudiando magisterio en Tenerife y que los veranos impartía clases de apoyo a los niños y niñas del pueblo, sin duda contribuyeron a que desde pequeña tuviera claro que quería dedicarme a la enseñanza.

Quiero agradecer a mis maestros y maestras que impartieron sus clases en el actual colegio José Luis Albendea y Gómez de Aranda (en el municipio de San Andrés y Sauces en la isla canaria de La Palma) en el que estudié mi etapa escolar. Maestros vocacionales, a los que todo el pueblo ha tratado como don o doña, por el respeto que se merecen.

Recuerdo con especial cariño a la primera maestra que tuve, doña Luisa. Fue mi maestra de tercero y cuarto de E.G.B. Como maestra era buena, pero como persona era aún mejor. Doña Luisa me trataba con dulzura, me transmitía felicidad y siempre tenía una sonrisa o un detalle para su clase. Era tan buena que siempre nos perdonaba todo, pero como la confianza tiene un límite, un día me arrestó por no haber estudiado las conjunciones coordinadas. Como anécdota en su clase recuerdo que un día nos puso de tarea una redacción y me pidió que la leyera, pero yo no la había hecho, entonces, ni corta ni perezosa me levanté y comencé a inventar una redacción que simulaba leer en un cuaderno en blanco y gracias a mi imaginación todo quedó en un susto. Malos ratos de la infancia que ahora recuerdo con una sonrisa. Fui feliz en su clase.

En quinto de primaria aprendimos a resolver los tan temidos problemas matemáticos mejor que nadie porque don Ofredio se encargaba de que no nos fuéramos a casa sin dos o tres problemas que solía escribir en la pizarra. Tengo que confesar ahora que ya han pasado los años, que muchos días esos problemas los llevaba solucionados gracias a mi abuelo Juan que los resolvía con una facilidad pasmosa, como buen alumno que fue del maestro Cándido. También en este curso tuve el privilegio de recibir las enseñanzas de Doña Isabel, su elegancia, su pasión por la asignatura de lengua, su ilusión por enseñarnos y el amor por “sus niños” vienen a mí al evocarla. Presumo siempre de que gracias a ella aprendí las conjugaciones verbales y corregí mis faltas de ortografía pues nos insistía día tras día en ello con sus dictados y con sus juegos en círculo al preguntarnos los verbos. En numerosas ocasiones les cuento a mis alumnos lo mucho que aprendí gracias a ella. En período de exámenes la puerta corredera que separaba las aulas de quinto A y quinto B se abría y desde allí nos vigilaban a todos para evitar que cayéramos en una “mala tentación” y copiásemos. De ambos, recuerdo su paciencia y sus buenas palabras a pesar de que en algún momento tuvieran motivos más que suficientes para enfadarse.

Al llegar a sexto curso, la cosa cambió y mucho, porque ya teníamos un profesor para cada asignatura. Recuerdo como si hubiera sido ayer, la ubicación del aula, la mesa del profesor, la mía y la de varios compañeros. En sexto nos abrieron sus brazos doña Sila y doña Rosa y nos transmitieron muchos de sus conocimientos. Una de las mejores maestras que tuve fue doña Cecilia, conocida por todos en el pueblo como doña Sila. A Doña Sila le apasionaba su trabajo y eso se notaba en el aula, en sus apuntes. Me impartió las asignaturas de dibujo y sociales. Aún la recuerdo dictándonos sus apuntes sobre los Parques Nacionales de Canarias y enseñándonos a trazar sombras sobre el dibujo. Doña Sila fue “LA MAESTRA”. Buena maestra en el aula y buena vecina en el pueblo. A doña Rosa la recuerdo con cariño, sus apuntes de lengua en mis libretas apaisadas de resorte y su clase a primera hora de la tarde después del comedor. “Las campanas fueron tocadas por el cura” fue el ejemplo que nos puso para explicarnos la oración pasiva, la misma que yo sigo utilizando para explicarla.

De séptimo y octavo agradezco a don Tadeo, don José Luis, don Miguel y doña Carmela. Don Tadeo y don José Luis fueron mis maestros de inglés y de matemáticas, tan buenas personas que fueron más que maestros. Estaban entusiasmados como nosotros en sacar adelante el equipo de balonmano del colegio. Nos llevaban a los partidos en sus coches particulares como sardinas en lata, pero íbamos. Don Tadeo y su “S del susto” me dio más de un susto si no la colocaba en la tercera persona del singular en las formas verbales el presente simple. Mira que le costó a don José Luis (José Luis para todos) que entendiéramos las operaciones con fracciones que repetía una y otra vez. Para don Miguel solo tengo palabras de agradecimiento porque con él tuve mi primer contacto con los autores de la literatura española y sus obras, estudios que me fascinaron. Nos preguntaba cada semana el tema y ahí estábamos nosotros de pie junto a su mesa respondiendo a sus preguntas. Solo te daba el diez si lo sorprendías con algún detalle de la vida del autor que él no hubiera mencionado en clase. Los nervios nos comían por dentro esperando que no pronunciase nuestros nombres. Si doña Sila fue “LA MAESTRA”, doña Carmela fue “MI MAESTRA”. La maestra que dejó en mí la huella más profunda, a quien admiré desde el primer momento. Siempre fue estricta con todos, pero consiguió que aprendiéramos y mucho. Supo inculcarnos disciplina, tanta que sus deberes eran sagrados. Era impensable ir al día siguiente al colegio sin haberlos hecho. Me enseñó tan bien sus asignaturas de física y de química que aún soy capaz de formular o de resolver un problema, a pesar de que estudié una licenciatura de letras.

Algunos de estos maestros ya se encuentran disfrutando de su jubilación y otros desgraciadamente ya no están físicamente con nosotros, aunque gracias a su buena labor, siempre permanecerán en mi corazón y en el de muchos alumnos que estudiaron en el colegio de San Andrés y Sauces en su época de docencia.

También me gustaría mencionar a tres maestros más, aunque no fui alumna suya, sí lo fue mi hermana Evi. Sé que sentía por ellos un gran cariño pues siempre tenía buenas palabras para ellos al recordar su etapa escolar y no me hubiera perdonado que no los incluyera en este humilde reconocimiento. Ellos son: don Pepe al qué todos llamamos Pepín, doña Luci y don Jesús.

Antes de finalizar quiero decir que antes de comenzar a escribir estas palabras, le pregunté a mi hermano Pedro de qué maestro guardaba un mejor recuerdo por la influencia que dejó en su persona y coincide totalmente conmigo. Mucho de bueno nos dejaron cuando los exalumnos piensan de igual forma.

Y es que cuando un maestro ama su profesión y enseña con el corazón, sus enseñanzas seguro perduran en el tiempo. Año a año mis maestros y maestras sembraron muchas semillas que todavía hoy siguen germinando y dando sus frutos que ahora están recogiendo mis alumnos.

Mi más profundo agradecimiento a todos los maestros que no conciben la enseñanza que no sea con el corazón. Y un recuerdo especial para quienes compartieron aula conmigo, aprendizaje, risas, juegos, nervios…Seguro que todos ellos como yo, están eternamente agradecidos por haber tenido los mejores guías que nos encaminaron por el camino correcto.

Maria Candelaria Toledo Davila

La mujer graciosera

La isla de la Graciosa, con unos 29 km2, es una isla española, perteneciente al archipiélago canario. Se encuentra situada al norte de Lanzarote. El 26 de junio de 2018, el Senado, aprobó por unanimidad una moción que reconoce a La Graciosa como la octava isla y deja de ser considerada un islote. Solo tiene dos núcleos poblacionales, La Caleta de Sebo y Pedro Barba y aunque en el verano su población aumenta considerablemente, se encuentran censados poco más de 700 habitantes.

La Graciosa, a la que solo se puede acceder por mar desde el puerto de Órzola, al norte de la isla de Lanzarote, forma parte junto con los islotes de Alegranza, Montaña Clara y los Roques del Este y del Oeste, del Parque Natural Marítimo-Terrestre Archipiélago Chinijo.

La isla de la Graciosa es un paraíso, no solo por sus paisajes de origen volcánico, sus dunas, sus playas vírgenes, su riqueza biológica tanto en el medio terrestre como marino, sino porque es una isla a la que no ha llegado el asfalto y sus calles son de arena.

El poblamiento de La Graciosa, que comienza a finales del siglo XIX, no puede entenderse sin conocer el papel tan importante que la mujer desempeñó.

Pero no es hasta mediados del siglo pasado cuando, algunas familias son llevadas a la isla de la Graciosa para trabajar en una conservera de pescado. El proyecto fracasó, pero a pesar de ello, algunas de esas familias decidieron quedarse en la isla porque tampoco en Lanzarote el jornal estaba asegurado. Esas familias se asentaron en la actual Caleta de Sebo.

Vivían en precarias chabolas, carecían de agua potable y por supuesto de luz eléctrica. Se alimentaban principalmente de la pesca y el marisqueo.

Debido a que en la isla no había agua potable, acudían a buscarla a la isla vecina de Lanzarote. Cruzaban en pequeñas barcas, “chalanas”, un estrecho de mar, “el río” y bajo el risco, en una pequeña fuente, se aprovisionaban de ella.

El risco de Famara, es un macizo que se encuentra al norte de la isla de Lanzarote, con impresionantes paredes verticales que dan al mar. A pesar de su verticalidad, los Lanzaroteños y gracioseros trazaron por él una vereda que les conduciría desde la playa  hasta lo alto de éste, para acceder hacia los pueblos cercanos.

El risco se convertiría en testigo directo de la vida de los gracioseros pues sería durante muchos años, el único punto de unión entre Lanzarote y la Graciosa .Al risco no solo se acudía a buscar agua o a lavar la ropa en la fuente, sino que también por él se subía al enfermo o al difunto, pues durante muchos años en la Gaciosa no hubo cementerio y por éste subían las gracioseras con la cesta de pescado fresco o seco a la cabeza para venderlo o intercambiarlo en los pueblos cercanos.

Como si de una escena de una película se tratara, casi a diario, al despuntar el día, el risco daba la bienvenida a las gracioseras, que por su escarpada y zigzageante vereda, subían descalzas, para alargar lo más posible la vida de sus alpargatas. Solo hacían uso de ellas a la llegada al pueblo. Algunas incluso, emprendían la subida con la cesta a la cabeza y el hijo en el costado, pero siempre con alegría, entonando cánticos y con paso decidido para ser de las primeras en vender el género.

A la llegada al pueblo, su vestimenta, compuesta de faldas y camisa que les cubrían todo el cuerpo, y su pañuelo y sombrero típico de la isla que les cubría la cara, las delataba.

Comenzaba el recorrido puerta a puerta, pueblo por pueblo, hasta que todo el género fuese vendido o en su mayoría intercambiado por productos del campo, granos, batatas… y de nuevo, casi al anochecer sus desnudos y sabios pies desandan el camino ya andado hacia la parte baja del risco junto a la playa.

Si la llegada a la playa se producía con la luz del día, bastaba con que la mujer ondeara el delantal para que el hombre de la casa acudiera a recogerla. Nunca acudía el novio, era impensable, porque al hombre siempre ayudaba a la mujer a subir a la barca y el contacto físico estaba prohibido si no estaba formalizada la pareja. Si la noche se les echaba encima, cada una encendía en la tegala (cerca de piedra sin techo que usaban los habitantes de Lanzarote para protegerse del viento, o para hacer fuego) que cada familia tenía asignada unas aulagas y el fuego, visible desde el otro lado, alertaba a los gracioseros que por la ubicación de la fogata ya sabían de quien se trataba y su familia acudía en su búsqueda.

La mujer graciosera mariscaba, jareaba, cuidaba de la casa, de los hijos, cosía, acudía a buscar agua a la fuente, vendía o intercambiaba los productos del mar por los del campo, administraba la economía del hogar y esperaba pacientemente días y hasta meses la llegada de los hombres que se embarcaban para pescar. Mujeres valientes, luchadoras, símbolos de la identidad canaria, cimientos de la octava isla. Sin ellas la historia de la Graciosa no hubiera sido la misma.

Amanece.

Pies desnudos serpentean el camino.

Cantos picantes y risas.

Pescado truecan por granos.

Cae la noche.

Pies descalzos ya desandan lo andado.

Las tegalas ya se encienden,

Avisan a las barquillas

Que pronto cruzan el río.

Amanece.

Pies desnudos serpentean el camino.

LA DEIXIS

La deixis consiste en señalar al emisor y al receptor así como su localización en el tiempo y en el espacio. Estos elementos se refieren la realidad extralingüística.

Hay cuatro tipos de deixis:

PERSONAL: la deixis personal se localiza en el texto en los PRONOMBRES PERSONALES  en primera persona del singular y primera persona del plural (yo, me, mí, conmigo, nosotros….); VERBOS en primera persona del singular o primera persona del plural (canto, cantamos…), POSESIVOS en primera persona del singular y del plural (mío, nuestro…). Además en los NOMBRES PROPIOS ANTROPÓNIMOS (Juan…).

SOCIAL: la deixis social se localiza en los PRONOMBRES PERSONALES de segunda persona tanto del singular como del plural ( tú, vosotras, usted…).

ESPACIAL: la deixis espacial la encontramos en LOS DEMOSTRATIVOS (este, ese, aquel), en los ADVERBIOS DE LUGAR (aquí, allí, cerca, lejos), en los NOMBRES PROPIOS TOPÓNIMOS ( Arrecife, Canarias…) y EN LOS COMPLEMENTOS CIRCUNSTANCIALES DE LUGAR ( en mi casa, en el restaurante).

TEMPORAL: la deixis temporal está presente en LOS ADVERBIOS DE TIEMPO ( hoy, ayer…), en LOS TIEMPOS VERBALES ( cantó, baila…) y en LAS EXPRESIONES QUE INDICAN TIEMPO ( en la vejez, en la mañana, en la tarde…).

La importancia de la educación The importance of the education

Mi nombre es Sahin Alam. Soy un estudiante recién admitido en la Universidad de Dhaka en Bangladesh, mi familia vive a 400km de la capital. A pesar de que he sido admitido, no sé si podré pagar mis estudios porque aquí, excepto el colegio hasta los 11 años, la educación no es gratuita, no es pública.

Aun así, soy afortunado, y tengo la esperanza de continuar mis estudios porque supone un cambio muy grande en la economía de mi familia.

Pertenezco a una familia de clase media en mi país, por eso he podido estudiar. La mayoría de los niños casi no tienen esa posibilidad, aunque sea obligatoria, deben trabajar para ayudar a las familias y algunos solo irán 1 o 2 años al colegio.

Yo trabajo y estudio duro para conseguir mis objetivos, además de ayudar en las tareas a mi familia, doy clases particulares e intento conseguir un trabajo de media jornada, pero no es fácil en mi país. Algunas noches tengo que rellenar encuestas online, con lo que consigo, algunos dólares extra,  me ayudan mucho en los gastos semanales.

Hace dos días viajé en tren a la capital de mi país para hacer la admisión en la universidad de Dhaka. Un largo viaje en tren.

Me gusta cantar, los documentales de naturaleza, las gambas y jugar al cricket.

Gracias.

Esta es la historia de un estudiante de 21 años de Bangladesh que es bastante afortunado porque puede continuar los estudios en una sociedad donde casi el 74% de la población es analfabeta, o no ha recibido casi educación 80%.

La educación casi no importa en nuestra sociedad, porque se ha establecido como un derecho común, como algo natural. La educación es gratuita y obligatoria hasta los 16 años en España y contamos con ese derecho desde que nacemos, y lo damos por hecho. Además para muchos estudiantes lo más importante es el título y no lo que aprenden, muchos ya saben que no conseguirán un puesto de trabajo aunque tengan una buena titulación.

Pero en países como la India, Bangladesh o Pakistán entre otros, hay una profunda tradición de casta social y discriminación. En todos estos países, lo que está abriendo paso a un posible cambio es la educación. Muchas de estas economías como la india y Bangladesh son economías emergentes, aunque aprovechan la mano de obra para abrirse camino. Muchas de las marcas que consumimos en occidente, H&M, Primark o Zara, aprovechan estos países sin leyes de los trabajadores para producir sus prendas a bajo coste (fast fashion). Pagando salarios de menos de 35 euros al mes por jornadas de más de 40 horas a la semana.

A pesar de estos datos tan duros y de delgada línea que separa la explotación infantil, de la ayuda de niños de menos de 12 años a la economía familiar, estos países empiezan a ser industrializados y demandan estudios superiores en matemáticas e ingenierías. Y gracias a estos nuevos estudios por primera vez las castas más bajas tienen una oportunidad de avanzar en la sociedad, algo que nunca había sucedido.

Aprovechando la difusión del blog, voy a iniciar un proyecto de venta de libros y películas en BSO (ingles) entre los colegios y academias de inglés en España para recoger fondos para estos estudiantes y que no dependan solo de donativos de ONGs. Espero alguno de estos colegios se anime a participar, simplemente comprando algún libro que vendo desde Londres.

Al mismo tiempo un nuevo apartado en el blog de inglés, que he estado preparando durante este tiempo, desde la publicación de mi último artículo. Para iniciar a los estudiantes en el idioma, con teoría y ejercicios que iré colgando todas las semanas.

Gracias por la difusión.

Dejo la página con el material en venta, que por supuesto se ampliará también cada día y está abierta a sugerencias.

Todos los libros son comprados en tiendas de caridad en Londres (Charity shops) por lo que, ya ese dinero estas ayudando a organizaciones contra el cáncer, VIH o infantiles. Además de ser material reciclado evitando comprar nuevos libros, ya que estos son más baratos y tienen una segunda vida. Y los beneficios se envían a un estudiante en Bangladesh. Y cuyas cuentas se demostrarán ya que las transferencias están registradas en PayPal, para los que me las pidan.

Gracias nuevamente por leer mi artículo y espero que se anime algún colegio a esta iniciativa.

Pedro Toledo.

The importance of the education.

My name is Sahin Alam. I am a new student at Dhaka University in Bangladesh. My family lives 400 km from the capital. Even though I’ve been admitted, I don’t know if I’ll be able to pay for my studies because here, except for school up to the age of 11, education is not free, it’s not public.

Even so, I am lucky, and I hope to continue my studies because it represents a very big change in the economy of my family.

I belong to a middle-class family in my country, that’s why he was able to study. Most of the children hardly have that possibility, although it is compulsory, they must work to help their families and some will only go to school for 1 or 2 years.

I work and study hard to achieve my goals, in addition to helping my family with homework, I give private lessons and try to get a part-time job, but it is not easy in my country. Some nights I have to fill out online surveys, with what I get, a few extra dollars, they help me a lot with weekly expenses.

Two days ago I traveled by train to the capital of my country for admission to Dhaka University. A long train ride.

I like singing, nature documentaries, playing cricket and prawns.

Thanks.

This is the story of a 21-year-old student from Bangladesh who is quite fortunate because he is able to continue his studies in a society where almost 74% of the population is illiterate, or almost 80% have received no education.

This is the story of a 21-year-old student from Bangladesh who is quite fortunate because he is able to continue his studies in a society where almost 74% of the population is illiterate, or almost 80% have not received education.

Education hardly matters in our society, because it has been established as a common right, as something natural. Education is free and compulsory until the age of 16 in Spain and we have that right from our birth, and we take it for granted. In addition, for many students, the most important thing is the title and not what they learn, many already know that they will not get a job even if they have a good degree.

But in countries like India, Bangladesh or Pakistan among others, there is a deep tradition of social castes and discrimination. In all these countries, a change is possible thank to the  education. Many of these economies like India and Bangladesh are emerging economies, although they take advantage of the workforce (worker with minimum salaries) to make their way. Many of the brands that we consume in the West, H&M, Primark or Zara, take advantage of these countries without worker laws, to produce their garments at low cost (fast fashion). Paying salaries of less than 35 euros per month for shifts and more than 40 hours per week.

Despite these hard data and the thin line that separates child exploitation from the help of children under 12 years of age to the family economy, these countries are beginning to be industrialized and demand higher education in mathematics and engineering. And thanks to these new studies for the first time the lower castes have a chance to advance in society, something that had never happened before.

Taking advantage of the spread of the blog, I am going to start a project to sell books and movies in BSO (English) among English schools and academies in Spain to raise funds for these students and not depend only on donations from NGOs. I hope that one of these schools will be encouraged to participate, simply by buying a book that I sell from London.

At the same time a new section in the Spanish blog, which I have been preparing during this time, since the publication of my last article. To introduce students to the language, with theory and exercises that will grow every week.

Thanks for the spread.

I leave the page with the material for sale, which of course will also expand every day and is open to suggestions.

All the books are bought in charity shops in London (Charity shops) so, with that money you are helping organizations against cancer, HIV or children. In addition to being recycled material, preventing the purchase of new books, since these are cheaper and have a second life. And the benefits are sent to a student in Bangladesh. And whose accounts will be shown since the transfers are registered in PayPal, for those who ask me for them.Thanks again for reading my article and I hope that some school will be encouraged by this initiative.

Pedro Toledo.

Presentación. Inglés básico.

Presentación de un nuevo apartado del blog. Inglés básico.

Cuánto ha cambiado el mundo estos últimos 2 años. ¿no?

Como ya he aparecido varias veces, ya puedo agregarme como colaborador. Hasta ahora me dedicaba a la parte técnica y diseño del blog pero ahora comenzaré un curso básico de inglés, además de un proyecto de colaboración entre colegios para recaudar fondos para estudiantes en otros países. (Todavía en desarrollo).

Mi nombre es Pedro Toledo, obviamente soy el hermano menor de la dueña y autora del blog, y aquí estoy más de 4 años después para ofrecer un curso de inglés básico que iré ampliando en la medida de lo posible.

Vivo en Londres desde hace 8 años y pueden ver mi currículo en el último apartado del menú de este blog. (Colaborador)

Hechas las presentaciones, próximamente publicaré los apartados del curso básico. El cual enfocaré sobre todo en el inglés británico, ya que cuento con más experiencia por vivir aquí, incluyendo algunos tips o expresiones que se usan más, en lugar de la teoría. Y en cualquier caso puedo aclarar cualquier duda ya que puedo preguntar a amigos locales.

Dentro de tanto Brexit, desunión europea política, guerras y universos paralelos que se están creando últimamente (después de la pandemia la gente anda un poco más loca), pues no viene mal un poco de unión y colaboración.

Gracias y un saludo. Pedro Toledo.